Huber Matos, un ejemplo de entrega y rebeldía
Peru, 28, Aug, 2011
Instituto Político para la Libertad
Por Silvia Mercado*
De la revolución cubana se nos ha dicho tanto, que paradójicamente no se nos ha dicho nada. Van pasando los años, “nos vamos poniendo viejos” y seguimos creyendo como verdad fragmentos de una historia falsa y quizás la más retorcida. Y es que nos conquistaron con las hazañas. Hambrientos de rebeldía, encontramos en los barbudos de la sierra maestra los íconos de coraje que todo joven necesita para darle rostro a los ideales. Así transitan generaciones, venerando héroes intocables, celebrando parábolas de la única voz autorizada para hablar de la revolución: Fidel Castro. La revolución, un proceso que le demostró al mundo –y a los propios cubanos- la hidalguía de un pueblo para hacer frente a un poder despótico como el de Batista, quedó para la historia como la proeza de un sujeto. Un hombre hoy omnipotente, más que supremo, un sujeto que somete a la isla desde la egolatría de creerse la revolución y el dueño de la vida de los cubanos.
Pero hay un hombre con el que Fidel no pudo. Fidel no pudo con Huber Matos. No pudo y no podrá con la valentía del hombre que puede decirles a los hermanos Castro que “traicionaron la revolución democrática por la que luchamos en la Sierra Maestra. Tú y Fidel traicionaron al pueblo cubano y trataron de justificar esa traición con las promesas de la utopía comunista, que resultó un fraude de proporciones históricas”.(1)
Huber Matos cumplió 20 años en la cárcel, una condena que se le impuso por supuesta traición y sedición. Qué palabras más ajenas al maestro Huber y qué paradójica la acusación que le tocó escuchar a un hombre como el comandante Matos. “No hay traición. He sido y soy fiel a mi patria. He servido lealmente a la revolución, y es mi lealtad a la revolución y el amor a mi patria lo que me llevan a reclamar, persuasivamente, primero, y por último, con mi renuncia, que no se suplante el programa democrático y humanista de la revolución”. (2) Las palabras de Huber Matos ante el tribunal militar castrista el día del juicio aquél diciembre de 1959 son por demás reveladoras. Un hombre denunciaba el uso perverso de un proceso legítimo, un hombre renunciaba a su libertad con tal de no ser cómplice de la mentira que hoy restringe la libertad de todos los cubanos.
Huber, aquél joven maestro de escuela durante los años 50’, sí fue ejemplo de rebeldía: “El golpe de Batista fue un insulto… Yo lo percibí como una situación que exigía una respuesta. Al día siguiente me uní a los estudiantes y a los trabajadores en una manifestación, en un esfuerzo por tratar de prevenir que Batista se consolidara en el poder”. Una rebeldía auténtica, de esas que se entregan a la lucha con valor y con convicciones sólidas, no de esas que se prostituyen por fama, por privilegios, comodidades o por ver su rostro como fondo fotográfico en una “Plaza”. La entrega de Huber fue única y de las que no se supo nada; una entrega íntegra, leal y apasionada. Escuchar a Huber no sólo es escuchar los fragmentos que el régimen oculta, no sólo es escuchar los relatos más conmovedores del exilio o los episodios más crueles en los calabozos castristas; es escuchar la voz de la valentía, del coraje ileso, de los valores intactos. Huber es la voz viva que los jóvenes rebeldes y amantes de la libertad agradecemos escuchar.
* Miembro de la Red Plumas Democráticas
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