Al Pueblo de Cuba



“Nuestra lucha es contra el temor que nos divide a unos de otros; y que nos separa a todos de la libertad y del progreso”

Compatriotas, la libertad y la democracia de Cuba no son un ideal sin horizonte, sino una realidad sin retroceso. Igual que otros acontecimientos importantes de nuestra historia, éste será el resultado de factores que, madurando en el tiempo y en espera de las circunstancias propicias, abrirán el camino a una nueva era en la vida de los cubanos.

La historia del hombre es la de su lucha por la libertad. Nunca los viejos esquemas y las carcomidas estructuras de poder que esclavizaron a los pueblos pudieron enfrentarse con éxito al reto del progreso. Los imperios victoriosos y aplastantes se debilitaron y desintegraron. Las dictaduras implacables perecieron ante la obstinación del individuo por hacer valer sus derechos. La marcha de la humanidad hacia nuevas formas de organización social, política y económica siempre se ha impuesto por la creatividad y energía de las nuevas generaciones.

Hace apenas dos décadas el imperio soviético se desplomó por esas mismas razones. A pesar de los tanques y cañones, la simulación, la vigilancia y la represión de un régimen despiadado y al parecer inexpugnable, el espíritu de superación de la humanidad le dio sepultura a ese terrible error intelectual, que convertido en partido y en una maquinaria represiva, ahogó todas las posibilidades que pretendía crear el socialismo marxista.

No fue una invasión armada lo que acabó con el comunismo, sino el patriotismo de los más lúcidos miembros del Partido Comunista de la URSS que, al aceptar que el experimento marxista-leninista había fracasado, iniciaron la rectificación y el cambio desde adentro. Comprendieron que sin libertad no había progreso permanente; que el avance alcanzado a base de coacción y disciplina partidaria era espurio; que tales prácticas habían detenido el progreso de los nuevos tiempos.

El Estado de Derecho demostró que, a pesar de los defectos de la democracia, las oportunidades y la prosperidad que una vez estuvieron limitadas a las capas privilegiadas de la sociedad, llegaron también a la clase trabajadora. Prueba de que solo en un ambiente de libertad, competitividad y solidaridad es posible el verdadero desarrollo de la humanidad.

Compatriotas, Cuba no es una excepción. Su pueblo ansía y merece un cambio hacia la libertad. Quiere salir de una larga pesadilla, llena de promesas incumplidas, de errores innecesarios, de abusos injustificables y de fracasos absurdos. El comunismo como teoría y el castrismo como práctica han sido dos grandes fiascos. Su único triunfo verdadero ha sido sembrar el miedo y la desconfianza entre los cubanos.

La mayoría del pueblo cubano ha comprendido que no se puede continuar justificando medio siglo de desastres y atraso con el presunto “bloqueo de un país enemigo” del cual paradójicamente llegan la mayoría de los alimentos que la población consume y los dólares con que estos se importan.

Los cubanos saben que no se pueden justificar como propios los “logros” que se sostienen por la subvención venezolana. Que no se puede seguir pagando sueldos de esclavos a los trabajadores, ni pensiones infrahumanas a los jubilados. Que es falso el argumento de que el pueblo disfruta de vivienda gratis, alimentación subsidiada, salud inmejorable y educación ejemplar, cuando la mayoría vive miserablemente; se alimenta mal, no tiene medicinas, los centros de salud se deterioran y la educación se ha convertido en un desastre reconocido hasta por la propia tiranía.

Compatriotas, nuestra lucha no es contra el castrismo corrupto y cargado de culpas; eso es el pasado, pertenece al ayer. Nuestra lucha es contra el temor que nos divide a unos de otros, y que nos separa a todos de la libertad y del progreso. Los invito a tener fe en el destino de Cuba, dondequiera que estén: en el exilio, en las cárceles, en el campo, en las ciudades, en las escuelas, en las universidades, en las Fuerzas Armadas, en el Ministerio del Interior, en el gobierno.

Los invito a creer y a retomar los ideales de nuestros mambises, los que se sacrificaron por la Patria - “con todos y para el bien de todos” - que soñó para nosotros José Martí. La Cuba donde, pensemos igual, parecido o diferente, siempre seremos hermanos. Donde compartiremos en paz nuestra historia, nuestra cultura y nuestra bella tierra.

Compatriotas, el futuro está en las nuevas generaciones. Ellos merecen y esperan nuestro apoyo. El de los cubanos en el exilio y el de los compatriotas en la isla. El de los que forman parte del gobierno y el de quienes nos encontramos en las filas de la oposición democrática. Tenemos que respaldar a la juventud porque tiene derecho a vivir sin imposiciones arbitrarias. Todos unidos lograremos que el tránsito hacia la libertad y la democracia sea rápido y pacífico. Medio siglo de atraso es demasiado tiempo.

Los invito a soñar con una juventud que tiene derecho a vivir sin mentiras y sin temor, que merece ser dueña de su presente y su destino. Los invito a ser solidarios con los millones de cubanos desvalidos por la pobreza, las enfermedades y el abandono. Los invito a soñar, porque sin ideales no hay realidad digna del milagro de la vida. Tengamos fe en Dios, en el futuro de nuestra nación y en el de nuestro pueblo.

Entre la esclavitud y la libertad, entre la miseria y el progreso solo nos queda triunfar sobre el miedo y la indecisión. Nosotros podemos y nosotros lo haremos. Somos herederos de los Maceo, los Céspedes y los Agramontes.

Comandante Huber Matos B.

Patria Pueblo y Libertad

Cuba Independiente y Democrática (CID)

San José, Costa Rica, enero 1 de 2010
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